Clase de literatura

Después de dejar el Jeep en el estacionamiento, entró al instituto junto con sus demás hermanos como todas las mañanas de todos los días de ese año habían hecho. Como se acostumbraba, los demás chicos no se acercaron a ellos en lo más mínimo pero estaban demasiado acostumbrados como para ofenderse en lo más mínimo. Ya después Edward se encargaría de decirles que pensaban sus compañeros de ellos, aunque nunca había mucha diferencia.

Se separó de los demás cuando le tocó clase de literatura, no la tomaba con los demás sino solo. Caminó por el pasillo sin ningún problema, siempre se le quitaban del frente por su gran tamaño. Le decían que parecía levantador de pesas, y su aspecto rudo parecía intimidarlos más que esa sonrisa en sus labios.

Al entrar al aura, se fue a una de las orillas del salón, la que estaba justo al lado de la ventana y tomó el asiento que daba a está. Miró por ella, a los campos que se extendían más allá. Se despatarró en su silla, jamás eran de su tamaño exacto y no podía sentarse correctamente y aunque pudiera, no lo haría. Jugó con un bolígrafo en sus dedos, moviéndolo de un lado a otro, esperando que el profesor se apareciera de una buena vez por todas. Sus compañeros se fueron acomodando lentamente pero siempre parecían dejar el sitio a su lado al final. Sabía porqué era, por esa aura tan extraña que de ellos emanaba.

-Un día más -suspiró mientras se recargaba con cuidado sobre la mesa. Por ser el más fuerte debía siempre medirse mejor con sus movimientos. A Carlisle no le haría tanta gracia tener que pagar inmobiliario nuevo.

Miró un instante el reloj.

-¡Vengan acá pequeños demonios!- grité mientras abría la puerta de casa dispuesta a comenzar mi viaje hacia el instituto, donde había conseguido un trabajo a medio tiempo de tutora en química, biología, cálculo y literatura. siempre había sido una excelente estudiante y eso no pasó desapercibido por el director del establecimiento ni para los profersores de este que pedían ayuda en sus materias.

Cerré la puerta de golpe para ponerme a correr detrás de mis "hermanitos" que habían jugado esta vez, a quitarme mi bolso y luego huír de mi corriendo por la casa. Hermanitos...¡si tienen casi quince años!. Doblé el pasillo contiguo para ir al su dormitorio, pues aquel era el más seguro escondite, cuando de pronto en vez de ver a las dos copias de hermanos que tenía, vi solamente uno -¿Dónde se quedó Eth..- pregunté preocupada, pero la respuesta vino a mi más rápido de lo que hubiese querido, cuando una par de manos tomaron mis pies, y caí boca abajo al piso.

De inmediato esas idénticas risotadas se escucharon -¡Pero maduren de una vez!- exclamé sentándome en el piso, pero tentada a reír. Esos diablos me alegraban la vida siempre, y aunque en más de alguna ocasión hubiera termibado en vergüenza de mucha gente, no me importaba: Mis hermanos simplemente eran una parte de mi -Ya, ya...ahora entréguenme el bolso que tengo que irme- les pedí con una sonrisa. Ellos me lo dieron, y luego de besarlos a ambos en la frente, salí disparada hacia el auto.

Entré en él, y fue cuando recordé que a la ropa que llevaba aquel día, le faltaba lo más importante, el abrigo. Miré la hora que daba el reloj incluído en la radio, pero ya era tarde y no podía devolverme. Me mordí un labio y además de encender el motor y la radio, también encendí la caleffación.

Pasada alrededor de una media hora, por fin estaba llegando al estacionamiento de mi trabajo, por lo que apagué todo de una vez, y luego de tomar mi bolso y cerrar al auto, corrí lo más rápido que pude hasta al aula que me habían indicado, donde la calse de literatura tenía que haber comenzado hace cinco minutos.

Tal atletista de olimpiadas, llegué hasta el aula en menos de un minuto y abrí la puerta de golpe -Lo siento, lo siento, lo siento...- me disculpé con los presentes, tratando de recobrar el aliento.

Pasé entre las filas, pero no noté que una de las sillas estaba en el piso, por lo que me tropecé sin evitarlo y el bolso dio un golpe seco en el piso. No pude moverme debido a la vergüenza que era notada por mis mejillas al rojo vivo.

Quizás ese trabajo no era para mí, mejor me devolvía a mi casa...

Como no había ni luces del profesor. El aula se fue llenando de la plática de sus compañeros. Gracias al oído que tenían no iba a ser necesario que Edward leyera mentes. Escuchó una a una las conversaciones, casi todas iban hacía ¿Qué harían ese fin de semana? Salidas, campings, ir a la playa, centros comerciales... rogar por un día soleado. Pensó en qué es lo que tendría su familia programado. Una salida a Goast Rocks, no estaría mal, hacía tiempo que no iba a por un oso, y ahora mismo se le estaba antojando.

Jugó con el bolígrafo nuevamente. Miró el reloj, cinco minutos tarde... alguien no era muy puntual en esos lares. Escuchó el sonido de pasos que corrían hacía el salón, parecía que al profesor se le pegaron las sabanas. Sin embargo, no fue el maestro quién entró sino una chica que venía muy apresurada. Tropezó con la silla a su lado y la bolsa fue a dar al suelo. Se quedó ahí parada mientras los alumnos igual la veían como si fuera extraña.

Emmett se estiró para tomar su bolsa y se la tendió.

-Se le cayó esto -le dijo con una de sus sonrisas. Se la entregó en la mano y regresó a su pose inicial. Algunos de sus compañeros ya les veían por esa interacción.

¿Qué? ¿Acaso creen que sólo hablo con mis hermanos?.... Muy bien, si eso es lo que creen?

Miró al enfrente a esperar que la chica se presentara. Se alegró en el fondo de que hubieran cambiado al profesor, su sonsonete en la voz le desesperaba y hacía que mucho menos le prestara atención, además después de tantos años tomando la misma asignatura, acababan por aprenderse los libros.

Cerré los ojos cuando me fijé que todas las miradas estaban en mi; Eso era más de lo que podía soportar por un sólo día, pues mi límite era de treinta miradas por día, y de seguro ese límite fue sobrepasado de una sola vez.

"Se le cayó esto"

Abrí los ojos rápidamente, y me encontré co la figura de un joven que me entregaba el bolso que había caído al piso. Respiré hondo dejando que la sangre aprisionada en mis mejiilas se bifurcara, para darle nuevamente paso a más sangre concentrada en mis mejiilas. Le devolví la sonrisa -Muchas gracias- susurré mirándolo por un momento.

Luyego, noté que todos se habían quedado en silencio y me miraban sólo a mi. Me mordí un labio nerviosa, ¿qué hacía ahora?. ¡Si!, ¡ya lo recordaba!. El sicólogo me había dicho que hacer en esos casos.

Tomé aire profundamente y comencé a pasearme sin mirar a nada más que el frente, pero a ninguno de los presentes en aquella aula -Emm...diculpen que me haya atrasado- comencé nerviosa -Soy Ángela Weber y estudio acá también, pero desde hoy soy tutora aquí...- hice una pausa para respirar hondo -Mi deber es estar todas las mañanas una hora al principio para aclarar sus dudas y lo que necesiten, y si es necesario, yo podré trabajar con quien lo requiera personalmente- sonreí, pero aún miraba a la nada.

-Y como hoy es literatura a primera hora y tengo que dar el preámbulo de lo de hoy que será "El Quijote de la Mancha", me pareció buena idea que pudiéramos hacer más didáctico el resumen que estar hablando como siempre como si fueran una grabadora- finalicé y dejé de caminar.

Tomé aire nuevamente y me giré hasta la clase, roja como nunca -¿Está bien?- pregunté dudando de mis palabras.

La chica se sonrojó en un instante. Parecía ser que era la primera vez que daba clases. Le devolvió la sonrisa y además le agradeció por alcanzarle la bolsa. Ahora ella fue la que se enfrentó al silencio de la clase que la miraba atenta. Emmett regresó a su pose despatarrada mientras la veía anunciarse enfrente de todos. Dijo que era tutora y que les ayudaría en lo que fuera posible.

Algunos chicos seguro entendieron eso como invitación a otra cosa. Notó que la profesora no miraba a nadie en concreto, sino simplemente a la nada, ¿Sería para concentrarse mejor? Se enderezó para prestarle un poco más de atención. Y en eso anunció cuál sería su tema de lectura. "El Quijote de la Mancha" Tendría que pedírselo a Alice porque él de él no tenía ni idea de donde pudiera estar. Quizás se perdió en alguno de los tantos juegos que Jasper y él hacían.

Les preguntó a ellos si estaban bien, aunque debería preocuparse un poco más por su estado. Estaba bastante roja. Levantó la mano para hablar, cosa que casi nunca hacía en esas clases. Algunos de sus compañeros le miraron.

-¿Y cómo se va a hacer más dinámica la clase? ¿Vamos a discutirlo? -Preguntó.

Claire conducía alegremente hacia el instituto, mientras la canción "Hit That" sonaba estruendosamente en su Lamborghini Murciélago. Se sentía ansiosa de comenzar sus clases. Consultó su reloj, "perfecto" pensó "siempre es mejor llegar con un atraso elegante". Aparcó al lado de un Jeep de considerable tamaño, y salió disparada hacia la oficina para buscar su comprobante de asistencia.

-Fascinante...-. Murmuró para sí, mientras analizaba todo el lugar. Se acercó al escritorio, detrás del cual se encontraba una secretaria con aspecto de tener unos 50 o 55 años-. Buenos días, soy Claire Douchosua. -. Le dijo con voz melodiosa. La secretaria la miró unos segundos, y enseguida se puso a rebuscar entre sus papeles.
-Por supuesto, por supuesto... Aquí tienes tu comprobante y un mapa para guiarte en el instituto-. Le entregó los papeles-. Que tengas suerte, querida.
-¡Muchas gracias! - Y volvió a salir rápidamente hacia su primera clase, Literatura.

Cuando se encontraba en la puerta del salón, escuchó la voz profunda de un chico preguntar "¿Y cómo se va a hacer más dinámica la clase? ¿Vamos a discutirlo?", sonrió, y tocó la puerta, esperando a que el profesor o la profesora le dieran el permiso a entrar.

Luego de aquella caminata delante de todos en aquel aula en la que sabía más de alguno se había reído de mi, y que luego de decir eso, más de alguno quisiera dejar la clase. Suspiré dejando el bolso encima de la mesa del profesor y miré hacia la clase que seguía sin decir una palabra y solamente me tragaban con la mirada.

Respiré nerviosa -Bien, ahora si tienes que irte, te lo estan dicie- pensaba aún con aquella expresión, pero aquel joven que me había entregado amablemente mi bolso desde el piso, levantaba la mano para hablar. Escuché lo que dijo, y no pude reprimir una sonrisa radiante y bastante animada.

Iba a responderle, cuando unos golpes se escucharon en la puerta. Le dirigí una mirada al joven, algo asustada; No estaba a tener el control de una clase y menos siendo aún una de las estudiantes. Le sonreí nuevamente, nerviosa, ¿quien más que yo debía controlar aquello? -Un segundo...- pedí acercándome hasta la puerta, para dejar entrar una joven.

Me hice a un lado para dejarla pasar -Buenos días, pasa, recién empezamos- saludé amable -Soy su tutura, me llamo Ángela Weber y estaré todos los días a primera hora de clases para ayudarles; Luego de esa hora, llegará al profesor y hará las clases normales- le expliqué cerrando la puerta cuando entró. Sé me hacía un tanto más fácil hablar con chicas y además, ya había explicado aquello anteriormente.

Nuevamenete miré al joven, y le sonreí -Si, una discusión. Pero una discusión tipo debate, y el grupor que pierda, tendrá que representar una parte de la obra cada vez que finalice el mes- dije mirándolo sólo a él pues me daba confianza y además si miraba a los demás, los nervios me matarían nuevamente.

-Las dos hileras de la derecha serán parte del "pro" del quijote, es decir sobre su locura- señalé las hileras que conformaban a aquel joven misterioso y a la joven que acababa de llegar - y las dos hileras de la izquierda, serán los que estén en contra- agregué lo más segura que pude.

Antes de que le respondiera la tutora, la puerta sonó con un breve golpe. Emmett dirigió la mirada hacía quién había llegado aún más tarde que la chica. Era una joven que entró con paso elegante, varios de sus compañeros le miraron sonriendo con la idiotez impregnada en sus rostros. Era verdad que aturdía.

Y es un vampiro.

Demasiado obvio para él. No la reconoció de amigos de Carlisle de antes. Se mantuvo en su misma pose, y como los demás continuó mirando a la nueva. Angela, le explicó lo mismo que a ellos ya les había dicho y tras un segundo ya se volvió a contestar su pregunta. Harían un discurso tipo debate en vez de leer los capítulos uno tras otro, sonaba más prometedor que terminar viendo como sus compañeros dormitaban sobre el libro, aunque siempre era divertido cuando uno se caía.

También oyó lo de la representación.

Mientras no quieran que haga yo de molino de viento.

Le tocó defender al Quijote y su extraña visión del mundo. Miró a los del otro lado, había uno que otro de los estudiosos, que parecían ya comentar la obra. Bueno, si la chica estaba de su lado y tenia la memoria que los vampiros siempre presumían podía volverse interesante. Suspiró, como no había peleas tendría que conformarse con algo así.

-He chica nueva, aquí hay un asiento -le señaló el que tenía al lado. Era el único libre.

La profesora le abrió la puerta, parecía nerviosa. Le dijo algunas palabras de bienvenida, a las cuales Claire respondió con una sonrisa, y le habló a un chico sentado en una de las orillas del salón.

Oh, oh, oh, al parecer no soy la única vampira por aquí

-He chica nueva, aquí hay un asiento-. Le dijo. Claire lo miró con desconfianza, pero mantuvo la calma y caminó entre los bancos hasta sentarse a su lado.

Espero que esto no vaya a ser un problema.

-Claire Douchosua, un gusto-. Y le extendió la mano en forma de saludo, con cautela.

El joven llamó a la recién llegada para que se sentara a su lado, y fue cuando noté como todas las miradas estaban puestas en ella; Estaban hipnotizados con sus elegantes pasos. Le di la espalda a la clase y caminé hasta mi bolso para sacar mis apuntes del quijote -¿Ves Bella? Otra popular más que los deja a todos babeando, ¡y tu alentándome diciendo que soy bonita!- pensé negando con la cabeza. Ya le contaría a Bella aquello, pero por ahora, debía cumplir con mi trabajo. Aún me quedaban unos 45 minutos antes de que llegara el profesor.

Me senté en la mesa del profesor, tratando de no mirar a ndie en particular para no sentir las miradas en mi, y así me quedaría congelada sin decir nada. Tomé aire.

-Bien, supongamos que la historia del Quijote está inmersa en nuestro tiempo, donde las costumbres, leyes y visiones de mundo son mucho más amplias, pero también mucho más limitadas que en la antigüedad- hice una pausa para mover lo apuntes frente a mis rostro y lanzarme aire.

-¿Creen ustedes que la visión que él tenía, catalogada de desquiciado, iluso y maniaco ahora estaría aprobada?- pregunté mirando las dos hileras de la derecha -¿Creen ustedes que en en la actualidad todos llevan a su Quijote dentro?- agregué con una nerviosa sonrisa.

Porque yo sí...

La chica se sentó a su lado, le tendió la mano con cautela, como si buscara medirlo en algún sentido. Eso no era tan necesario entre vampiros ¿O qué? ¿Se iban a romper las manos mutuamente? Y Emmett siempre había sido más confianzudo que sus hermanos, aunque con los humanos no, siempre había que tener un poco más de cuidado con ellos.

Alcanzó la mano de Claire, como se presentó, y la saludó de forma enérgica.

-El gusto es mío.

Regresó su atención a la profesora que empezó a hablar de Quijote y que la trajeran a un tiempo actual. Notó que no los veía sino que mantenía su atención fija en las notas sobre su escritorio. Le pareció bastante tímida. Aunque también debía que reconocerle que ponerse frente a una bolsa de adolescentes que seguro le prestaban la mitad de atención no debía ser sencillo.

-Creo que ahora mismo lo tendrían en un manicomio -dijo o quizás en la cárcel por dañar propiedad privada. El mundo actual no era tan crédulo, pensaba que era un mundo más frío y que no aceptaría tan fácil a un Quijote en la actualidad. Ni siquiera levantó la mano para llamar la atención de la tutora. -Y seguro todos tenemos un poco de locos dentro. -No estaba hablando de visionario, sino de la excentricidad del Quijote.