En el Comedor.

Había sido un día pesado, además de contar que había lloviznado sin parar todo el día, era una clase de claustrofobia que me agobiaba el pensar en cuantas horas faltaban aún para salir a libertad, temporal claro, porque si de algo estaba segura era que al siguiente día tendría que volver y así sucesivamente hasta que terminase el año, era extraño que pensase en eso, no era de planificar un futuro o pensar en él más de lo necesario pero ahora que veía que una y otra vez las clases se hacían del mismo modo, una misma rutina, deseaba a gritos que fuese un fin de semana, y no un comienzo, para poder hacer algo nuevo.

Salíamos de clases y tuvimos tiempo a pasar por el comedor, como siempre tomé un jugo natural y una manzana, no tenía hambre, pero seguramente luego lamentaría el hecho de no haber comido algo.

Desvié la vista desde Ángela hasta otro punto fijo, al otro lado del comedor, había una mesa, y en esta pude divisar a dos chicos, más bien dos estatuas de mármol talladas con tal delicadeza que parecía imposible dejar de mirarles, pestañeé, los ojos exigían contemplar aquello, como si de un minuto a otro todo se esfumase - ¿Quiénes son? – pregunté, esperé a la respuesta de Ángela pero no desvié la vista por miedo a perderlos, apenas lograba verlos entre la multitud de jovenes.

El día era realmente agotador, y estresante, ¿por qué nadie me había idhco lo difícil que era ser tutura y que todas esas miradas se juntaran hacia tu persona?. Quizás era porque era la primera vez que eso pasaba en el instituto, y era una nueva reforma para los años siguientes. ¡Maldito el día en que acepté!.

Ya por fin había podido juntarme con Bella en la clase de inglés, y al terminar esta, la cafetería fue nuestro siguiente destino. Ella tomó un jugo y una manzana, mientras yo no pude evitar tomar el dulce sabor de un biscochuelo, que acompañé con un jugo de naranja.

Nos sentamos a descansar, y decidí contarle mi dura mañana -Y entonces, todos me miraron y ya no supe que hacer, porque...- le decía rápidamente, pero noté que su mirada estaba posada en otro lugar que no era ni yo, ni su manzana.

De pronto, me preguntó por esas figuras que miraba sin cesar, y fue cuando nuevamente en el día, me sonrojé -Pues...sólo sé que el de la derecha, es uno de los chicos que estab hoy en literatura y me vieron hacer el ridículo, el otro...no lo sé- expliqué casi en un susuro.

Miraba sin ánimos a la manzana en la charola de comida, era como si la naturaleza de ella comenzara a morirse. Examiné con sumo detalle cada poro y la textura que surcaba por en contorno circular. Era algo que moría, que tenía un tiempo de vida y que vivía a plenitud...pero un día comenzaba a marchitarse. Emmett comenzó a distraerme con sus gritos acerca del partido de la noche pasada y sus pensamientos incoherentes sobre Rosalie. De un segundo a otro, volvía a pensar en el balón de footbal.

- Emmett, detente que me convertirás en un tonto con atención dispersa como tu.- dije, sin moverme siquiera y sin mover demasiado los labios. Fue un susurro tan bajo que solo Emmett escucharía.

Di un mordizco que me supo a polvo y la manzana quedó casi triturada por la fuerza con la que la mordí, el jugo escurrió por la mano y tomé una servilleta para limpiarme. Sentía las miradas, y sabía de quien eran por que era un acontecimiento bastante popular en la mente del alumnado: la nueva adición.

- Ya ha comenzado...- susurré de nuevo.

Después de clases fueron a la cafetería, debían continuar con su mímica de humanos para que nadie pensara que eran más raros, de lo que de por sí ya pensaban. Toda esa información proporcionada por Edward, naturalmente. Tenía en la charola un poco de fruta, un emparedado y un zumo. Los cuáles aún no tocaba sino que iba pensando varias cosas, como el partido de football americano, una de las pocas competencias humanas que valían la pena ver... y luego recordó que Rose quería que hiciera algo ayudándole con algo del automóvil y de nuevo vino a su mente el partido.

El sonido de la voz de Edward, le distrajo. Se centró en él, quién le pidió que dejara de hacerlo. Le sonrió.

-No puedo evitarlo -se encogió de hombros como un niño pequeño -vamos Edward, si puedes lidiar con los pensamientos de toda esta gente, los míos no te harán tanto daño.

Vio a Edward morder la manzana e hizo un gesto. Eso debió de haberle sabido muy mal. Se giró mirando por la cafetería cuando dijo que: Ya había comenzado. Iba a preguntar el qué, cuando vio a lo lejos a dos chicas, una de ellas no dejaba de verles fijamente. Si, así la pasaban las nuevas por primera vez, no podían dejar de mirarlos hasta que las otras les decían que ellos no les veían ni un poco. Iba a regresar la vista hacía su hermano cuando captó los ojos de la tutora en ellos también. Le hizo un gesto con la cabeza.

-Es la tutora de mi clase -dijo en un susurró también -a la otra chica no la conozco... creo que es la nueva.

Se recargó en la silla, con cuidado, y tomó el juego. Hizo como que bebía pero realmente no lo tragó.

La voz de Ángela se me hacía lejana, era como si ahora no pudiese escuchar nada más que la sangre zumbándome en los oídos, me esforcé por escuchar su respuesta y lo logré…

el otro...no lo sé El otro…era a esa figura, a esa estatua hermosa a la cual no le podía quitar el ojo y me encontré siendo descortés. Desvié la vista sintiendo que de mi rostro fluía la sangre nuevamente con naturalidad, tenía calor por lo que bebí con rapidez unos sorbos del jugo.

- ¿Quién eres? – me pregunté viéndole nuevamente y luego de esto una serie de deducciones o quizá ideas locas de quien podía ser abrumaron mi mente, alejándome aún más de Ángela. Sacudí la cabeza con disimulo a los minutos, alejando mi vista de allí, tratando de recuperar un poco de naturalidad, en cuanto observé por el rabillo del ojo que el que ella mencionó darle clases como tutora le saludaba, me volví con rapidez hacia Ángela, no le dije nada, ella estaba al igual que yo ruborizada, me sentí torpe, fuera de mi misma por lo cual simplemente me dediqué a observar mi manzana y juguetear con ella, todo para no pensar en tales individuos frente a nosotras, no podía comportarme así, eran solo...dos chicos.

No sabía por qué nuevamente aquel joven me cohibía hasta el punto de mirarle, y fue cuando noté que él ya se había dado cuenta de que yo lo hacía. Le miraba fijamente desde lejos, con seguramente una de esas expresiones tonts que tenía. Negué con la cabeza para mirar a Bella y reaccionar.

¿Era yo o acaso Bella se había ido de allí?. La miré en silencio por unos segundos, era mejor irse ya, aunque... Mi mirada se desvió nuevamente a aquel joven misterioso.

-Bella...Bella vámonos, ¿si?- susurré nerviosa mientras la zarandeaba -Vayamos a...no sé, pero salgamos de aquí, por favor...- el pedí mientras que a cada forcejeo que hacía con ella para moverla de ese lugar, pasaba la vista hacia la mesa con aquellos dos chicos.

¡Mañana les dirá a todos que eres una loca y tonta, Ángela

No me interesaba, en realidad. No me interesaba en absoluto.
La nueva chica, Isabella Swan -como escuché en la mente de los demás alumnos- era la hija del Jefe de Policía Swan. Bella acababa de llegar de Phoenix por razones que nadie sabía. Sería algo que estaría en boca de todos por bastante tiempo, por que por lo que escuché de la mente de Mike Newton, era algo fuerade lo común. Claro que lo era, seguramente le tienta físicamente. Es impropio, no agradable. No negaría mi desagrado natural por ese joven, que quizá poco le había tratado en la clase de biología, pero su actitud no me parecía correcta.

- Ya sé que puedo perfectamente tolerar los pensamientos de todos los alumnos, pero son los tuyos los que he escuchado por 60 años...- admití, mirándole de reojo mientras le susurraba.

Mi atención se centró entonces en la chica nueva, la tal Bella Swan. Me pregunté que es lo que estaría pensando de nosotros y si Angela Weber le habría dicho algo. Según la mente de Angela, su instinto de supervivencia hizo que se olvidase que somos nosotros y que, desde Septiembre, iniciamos curso en la misma Preparatoria. Quizá ahora cuando ya está avanzado el semestre, su instinto le haya llevado a alejarse con tanto empeño de nosotros. Por su bien, debía mantenerse de esa manera, aunqe parecía una joven de buenas intenciones y con una forma de ser propia de alguien maduro.
Emmett distrajo mi atención de nuevo evitando que "escuchara" la voz interior de Bella Swan y saber lo que realmente quiere decir, sin pretenciones ni falsedades como la mayoría de los seres humanos hacen.

- Tu tutora parece temerte. Bien hecho, Emmett.- Canturreé en susurros, irónico.

Volví la mirada a Bella, estaba tan cerca a ella que podía escuchar a Angela. Pero de ella no salía nada, estaba...¿Blanco? Era como si estuviera intentando atravesar una pared a prueba de sonidoy que, desde fuera, no pudiera entrar para escuchar.

Me desconcerté. Intenté de nuevo repetidas veces en el mismo segundo.

Blanco.

- No puedo saber lo que la nueva piensa...- dije, sin aliento moviendo poco los labios.

Continué mirándola mientras la frustración se apoderaba de mí.

Edward no dudo ni un poco en contra atacar diciéndole que sus pensamientos llevaba 60 años aguantándolos. Emmett no se ofendió por ello, siempre se quejaba de que eran tan cristalinos como un lago, así que Emmett pasaba directo de tratar de ocultárselos a mostrárselos sin tapujos.

-El día en que no los leas, los vas a extrañar -le dijo sonriente y seguro de lo que dijo. Eran una familia después de todo y se la vivían pegados unos a otros. ¿Cómo no se iban a echar de menos sino se vieran? Aunque Rose y él, si que se habían alejado algunas veces para vivir una vida de casados.

-¿No nos dedicamos a eso? -Preguntó con un toque de ironía -y aunque no lo hagamos a propósito, nos tienen cierto miedo -le dijo. Las chicas no se acercaban a ellos porque hacían el ridículo muchas veces, como tartamudear, se les cortaba la voz o directamente salían huyendo cuando Rose o Alice posaban sus ojos en ellas. Y los hombres tampoco se les aproximaban por sus aspectos, especialmente a él.

-Vi a una chica como nosotros en mi salón, pero no sé donde este -dijo mientras miraba alrededor. No estaba ahí.

Escuchó alto y claro lo que dijo Edward, giró la vista hacía las chicas. Ángela intentaba tirar del brazo de la nueva para llevársela lejos.

-¿Qué dijiste? ¿Qué no puedes? ¿Acaso algo anda mal en tu cabeza? -Le preguntó. Porque él que Edward no leyera la mente era muy muy extraño. -¿No será ella?

Había acabado con mi clase, y ya era la hora en la que se suponia que podia ir al comedor sin parecer una extraña si no comia, dado que había mas de dos o tres personas y todos estaban en sus conversaciones.

Justo cuando entraba saltarina como cada dia, vi a lo lejos, en "nuestra" mesa a Edward y a Emmett, no hice ningun gesto, sabía, como siempre, que Edward me escucharia gritar sus nombres en mi mente.

Con una agilidad bastante vampírica pero no tanto como parecer extraña, me fui acercando hacia donde estaban mis hermanos, por lo menos ya todos en el instituto no le daban importancia a las cosas raras que hacía.

Cuando la clase finalizó, me dirigí hacia la cafetería, solo para observar un poco más a los humanos. Siempre me fascinaba verlos comportarse como... bueno, como humanos. Si bien no me lamentaba ser lo que era, a veces añoraba poder volver a probar el sabor de una fruta, poder ruborizarme, poder dar un respiro y sentir cómo mis pulmones se llenaban y agradecían el aire, recordar lo que se sentía tirarse a dormir un rato...

Noté unas cuantas miradas en mi, y fue cuando me di cuenta que estaba parada como una estatua en la puerta de la cafetería, sumida en mis pensamientos. Le sonreí a mi "audiencia", en su mayoría chicos con las hormonas alteradas, y busqué con la mirada una mesa vacía, mientras me dirigía a comprar la comida que no ingeriría.

Entonces, en una mesa, estaban el vampiro de mi clase de Literatura, y otro chico, al parecer de nuestra misma naturaleza. También vi como una muchacha se dirigía con una gracia inhumana hacia su mesa. ¡Hay más de uno! pensé, sorprendida. Sentíque un sentimiento parecido a la euforia se apoderaba de mí, y tuve que hacer un esfuerzo para reprimir una sonrisa que amenazaba con dibujarse en mi rostro. Oh sí, definitivamente eso sería divertido.

Tomé una manzana y una botella de agua, y caminé rápidamente hasta una mesa vacía. Continuaba mirando a esos 3 chicos, totalmente fascinada. También vi a mi tutora tironeando del brazo de otra chica.

Bebí un poco de mi botella, reprimiendo una mueca. Este lugar prometía ser más entretenido de lo que había imaginado.

Mis ojos ahora tenían un blanco, y era él, sentí una mezcla de curiosidad y miedo, su mirada era profunda y penetrante, temí a no poder quitarle el ojo de encima y que se viniese hacia nosotras, nosotras…

Me volví hacia Ángela quien ahora tiraba de mi brazo, fruncí el ceño pero me opuse a hacer algún movimiento- ¿Qué pasa? – me limité a preguntar, pestañeando continuadas veces, ya que, hacía rato que no pestañeaba de tanto ver a ese individuo.

Ángela continuó forcejeando con mi brazo pero no me moví, me costaba pensar que una persona alegre y sin miedo como ella quisiese escapar, ¿escapar de qué? no habíamos hecho nada, nadie había hecho nada…

-Tranquilízate Ángela, siéntate. – le indiqué en un murmullo señalando a su lugar en la mesa, no me marcharía, los pasillos estaban vacíos, no habría otro lugar más cómodo que estar allí, me concentré en mi caja de jugo, no quería alzar la vista y encontrarme con él nuevamente, no sería apropiado de mi parte, ¡no tenía razón para verle!

Caminé con paso firme y rápido, un poco frustrada por que la educación no ofrecía nada nuevo ni interesante. No entendía cómo hacía Claire para soportar las mismas cosas a través de los años, solo que en distintos idiomas.

Entré a la cafetería velozmente, y me planté allí buscando con la mirada a mi amiga. Ella se tenía que encontrar allí. Pero de pronto, me distraje mirando a tres chicos sentados en una de las mesas. Que curioso, juraría que parecen vampiros.

Entonces, al retomar mi búsqueda, la vi. Estaba sentada tomando agua, sola. Me apresuré a acercarme a su mesa, con una sonrisa radiante en mi cara.

Seguía observando a los tres chicos, cuando alguien captó mi atención. Ante mis ojos, con una sonrisa plantada en el rostro, y un caminar alegre, se encontraba mi vieja amiga Pierina, una vampira italiana con la que tenía una excelente relación.

Me paré automaticamente, sin importarme si parecía humana o no, y me adelanté hasta encontrarme frente a ella, abrazandola fuertemente.

-¡Que alegría verte, Pieri! -. exclamé.-¿Qué haces aquí?-. le pregunté, ahora sorprendida.

Claire se levantó y me abrazó estrechandome contra ella, olvidando que yo era más débil.

-Con cuidado, Claire-. Le dije, riendo-. Vine a buscarte a ti, por supuesto-. Respondí a su pregunta, aún sonriendo.- Y dejame decirte algo, no fue fácil ubicarte. Eres una chica escurridiza-. Reí.

Me dirigí hacia su mesa, sentándome, aunque no necesitara hacerlo.

Luego del abrazo, seguí a mi amiga hasta mi mesa, ambas riendo ante su comentario. Era un verdadero placer volver a verla, después de tantos años. A pesar de ser personas bastantes diferentes, lograbamos llevarnos muy bien, y nunca habíamos tenido una discusión.

-Hey, creo que no somos las únicas "especiales" por aquí...-. Dije, señalando a la mesa de los tres chicos.

Cuando ambas estuvimos sentadas, noté la mirada de Claire fija en los tres chicos que yo había mirado antes. Y ante su comentario, estuve segura de mis sospechas. Espero que sean sociables. Bromée para mí misma.

-¿Tú crees? Yo he notado que eran extraños, pero ¿Cómo puedes estar segura?-. Todavía me encontraba dubitativa, tal vez eran de esos chicos góticos obsesionados con loos vampiros, aunque de góticos no tenían mucho.

-No lo creo, estoy segura-. Dije, juntando mis manos.- Me senté al lado de uno de ellos el Literatura, capté su aroma.

No quitaba la vista de esos tres, me inspiraban una gran curiosidad. Parecía ser que sus vínculos eran muy estrechos, se trataban como hermanos. También me di cuenta que uno de ellos no le sacaba los ojos de encima a la muchacha de la cual mi tutora había estado tironeando, en su rostro se marcaba la frustración.

Qué extraño...

Camine hacia el comedor con la intención de comer algo, tome una bandeja y me serví una hamburguesa con una caja de jugo.
Me di la vuelta y vi a Angela y a Bella sentadas juntas –bueno me vendría bien un poco de compania femenina- pensé-especialmente la de bella-agregue sonriendo para mis adentros.
Sonreí y me dirigí hacia su mesa –he hola me puedo sentar -dije con una sonrisa.

Intenté una vez mas leer lo que pensaba, pero su voz interior se negaba a llegar a mis oidos. Tan solo las voces de los demás adolescentes retumbaban, pero no la suya desconocida. Podría reconocerla por que sería la desconocida entre todas, pero en vez de eso, el gritito ahogado de Alice retumbó en mi mente. Siempre sabe hacer una entrada. Caminó ágil, con gracia y ternura como solo ella sabe hacer y se sentó donde nosotros.

- No estoy seguro, Emmett...- respondí ausente, desviando la vista unos segundos y volviendo a masticar el sabor a tierra de la manzana entre mis filosos dientes.- No había sucedido antes algo como esto.

Mis palabras eran secas y agrias por que, como si no fuese suficiente, el me decía que algo estaba mal en mi cuando podía en este momento incluso, leer los pensamientos de nuestra madre sobre cuales flores pondría en la mesa del comedor y que completaran así el aspecto meramente ornamental de él. Alice llegó y tomó asiento junto a mi.
Yo en cambio, volví a mirar a Isabella Swan.

¿Por qué no podía leer su mente? Era como si estuviera en otra secuencia de radio que los demás seres vivos. Fruncí el ceño, llevando mi concentración cada vez mas lejos. Pude escuchar otros pensamientos, en cambio, que me llevaron a mirar a dos mujeres de reojo.

- He localizado a la chica que mencionaste, Emmett.- advertí aún mirándoles de reojo.- Y se encuentra con alguien que creo es igual. .- Podía saber todo lo que formulaban en este preciso momento en su mente, pero de Bella Swan nada aún..supongo que no podré escuchar nada.- Aún así, Isabella Swan sigue estando muda...

Mi vista periférica se amplió y pude ver como el desagradable Mike Newton se detenía unos momentos.

"Bueno me vendría bien un poco de compania femenina...especialmente la de bella".

No era de mi sorpresa que se comportara de esa manera. Tan premeditadamente desagradable, irrespetuoso.
Volví a mirar a Bella frustrado, sintiendo como si tan solo pudiese mirár a un solo punto y ese punto era ella. ¿Por qué no puedo leer lo que piensa? ¡¿Por qué?!

- Alice...- le susurré sin mover casi los labios. Quería saber si ella había visto algo como esto venir.

Alcé la vista al escuchar que alguien nos hablaba, no recordaba mucho pero supuse sería Mike y así fue, sonreí al verle y asentí con tranquilidad – Vamos, siéntate. – le indiqué a mi lado, si se sentaba allí no obstruiría la vista hacia la mesa de aquel chico, me preocupé de verme a mi misma haciendo aquello, manipulando a Mike para que no se interpusiera entre ambos, ni siquiera conocía a el supuesto joven de la otra mesa. Lo pensé dos veces y no me importó demasiado ya que no estaba haciendo nada malo, en cierto modo quería que Mike se sentase a mi lado…de acuerdo, mentía, pero daba igual.

Volví la vista hacia la otra mesa y me sorprendí, él estaba mirándome, pero de manera diferente, tenía un dejo de frustración en el rostro y parecía escrutarme con su mirada, como si desease poder sacar algo de mi, permanecí viéndole y repitiéndome una y otra vez dejara de hacerlo pero no respondía, no acataba lo que mi subconsciente me ordenaba.

-Mike… - hablé con voz ida - ¿Quién es? – pregunté luego, esta vez no me preocupé por los demás integrantes de la mesa, quería saber de él. Desvié la vista hacia Mike y esperé a su respuesta.

Me senté donde ella me había indicado, mire hacia la mesa de los de los cullen, y luego a ella.
-Es edward cullen, el y su familia se mudaron hace poco, al chico fuerte le laman.. Emmet creo y la otra chica es Alice. Todos ellos viven en la misma casa creo y….no ..son muy sociables que se diga almenos no conmigo…pero ¿Por qué quieres saber de ellos?- pregunté con un tono de curiosidad

Alice apareció velozmente y sobrenaturalmente. Algunos la vieron cuando hizo su entrada pero volvieron a sus asuntos. Eso les acababa de dar 100 puntos frikis de más.

-¡Eh! Alice -le dijo a modo de saludo con una movimiento de cabeza.

Edward dijo que no sabía porqué, pero parecía muy concentrado en la chica. Ya sabe que eso no le ha pasado antes o lo hubiera escuchado quejarse por eso.

-Quizás es que no este pensando en nada. -Él también dirigió la mirada hacía la chica, la cual arrastró a la tutora hasta una mesa donde rápidamente se sentaron otros humanos. Dejó de prestar atención cuando Edward le dijo que encontró a la tal Claire. A diferencia de su hermano, tuvo que dirigir la mirada hacía las personas que él mencionó. Ahora no estaba sola sino con otra mujer que igual no dejaba de verlos.

-Ahora somos raros hasta para los nuestros -dijo riendo.

Vio a sus hermanos intercambiar miradas, y supuso que era hora de una de esas conversaciones que le eran raras hasta para él mismo. Se recargó del asiento, y partió en dos el emparedado, aún así no le dio ningún mordisco. Probar tierra no era lo que ahora mismo le apeteciera más. Así que hizo un poco más la mímica de tomar jugo.

Bella al parecer, no pensaba moverse de ese lugar, de su asiento en primera fila para observar a aquel chico que al igual que mi amiga, la miraba sin siquiera tiempo para pestañear. Parecían a punto de quemarse los ojos frente a tal contacto visual, mientras por mi parte, sólo quería salir de allí y esconderme.

De pronto, una voz conocida se escuchó cerca de nosotras, y dejé de tironear a Bella. Era Mike, y como Bella le dijo que se sentara y yo tampoco me opondría, me encogí de hombros y le dediqué una leve sonrisa.

Bella seguía con esa mirada, y yo aunque también quisiera no hacerlo, miraba al chico que había participado en la clase, casi el único. Sonreí rcordando aquello, y fue cuando Mike esta vez, comenzó a explicar de quienes se trataba -Esos son los Cullen, no lo sabía...- susurré observándolos; Sabía de ellos y sus nombres, porque todos los nombraban, pero yo no era muy sociable, por lo que trataba de no estar donde mucha gente estuviese tampoco, y nunca llegué a verlos, hasta hoy -Emmett...- repetí mirando al muchacho a la lejos, y me sonreí. Negué con la cabeza y cerré los ojos, cuando una chica muy bella de cabello corto se sentaba junto a ellos graciosamente.

Y nuevamente me fijé en Bella y aquella expresión en el rostro, era como la del joven que estaba mirándola fijamente, Edward Cullen. Sonreí acercándome al oído de Bella -¿Por qué no, cuando ya estés más...tranquila, vas y le hablas?- susurré bajito, para que sólo ella me oyera.

Me alejé de ella y me puse de pie, nuevamente -Yo...yo creo que mejor em voy, ¿si?- anuncié con el tono de voz que Bella captaba como: La timidez de ángela la consumió.

Me cerqué más a la mesa sonriendo cuando Emmett me saludó-Buenas queridos hermanos- dije mientras caminaba con gracia alrrededor de la mesa para sentarme en un buen sitio.
Más mien le hablaba a Emmett, sabía lo que estaria haciendo Edward- Es Bella Swan- les comuniqué bajito, aunque sabia que ya lo habian adivinado, mientras mi sentaba sin mirar a la chica sabía de que estarian hablando.
Luego de un momento me fijé en el rostro de Edward parecia tenso, pero a la vez su ceño fruncido dio paso a que supiera que también habia adivinado su "cualidad"- no te frustres hermano- le dije casi en un susurro mientras pasaba una mano por su hombro para que dejara de observar a la chica- no lo conseguirás- pensé para que solo él me escuchara, me referia al hecho de no poder leerle los pensamientos, no me imaginaba lo extraño que debia sentirse, no sabía como lo haría si una persona se esfumase de mi campo de visiones, la curiosidad por saber lo que planea me superaria. Suponia que eso era lo que le pasaba a mi hermano. Desvié la vista hacia la chica que se hacia llamar Bella y la estudié unos segundos.

Luego pasé mi mirada por todo el comedor hasta ver a Emmett jugando con la comida, solté una carcajada cantarina, aunque lo hicieramos casi todos los dias, siempre era gracioso ver a un vampiro con comida en el plato.

Edward… Cullen.

No respondí a Mike y me concentré en los diferentes rostros de esa mesa, Emmett tenía un físico fuerte y supuse que por su tamaño las sillas del Instituto siempre serían un problema para él, luego estaba Edward, que en comparación con su acompañante no tenía tal físico, era delgado pero bastante firme, quizá hasta fuese un poco más alto que su…hermano Emmett.

Solo ellos dos, eran sumamente diferentes pero compartían similitudes como las ojeras pronunciadas debajo de los ojos, la palidez y no sabía muy bien que era pero había algo en ellos que los hacía muy peculiares.

Me sorprendí de que ahora ambos me mirasen, Edward estaba tenso pero Emmett tan solo me miraba por pura curiosidad, desvié la vista rápidamente por vergüenza misma y miré a Ángela quien me había susurrado algo al oído – ¿Estas loca? – respondí en el mismo tono de voz, temía a acercarme a esa mesa, Edward parecía querer destrozarme con su mirada.

En ese momento tenía todos los sentidos alertas y pude ver que alguien más se acercaba a los Cullen, no dudé en corroborarlo y así era, la joven a quien Mike había nombrado antes como Alice, a quien no le había dado tanta atención pero ahora que lo hacía estaba anonada, la joven tenía un andar típico de una bailarina, de hecho sería la envidia de una bailarina de ballet, Alice parecía dar pequeños saltitos al caminar, tenía un rostro delicado y más alegre que los demás.
Le seguí con la mirada hasta que se sentó con tal gracia junto a sus hermanos, exhale un suspiro y me puse de pie con mi típica torpeza, ahora sus miradas se volvían hacía mi, hasta la de Alice.

-Ángela, voy contigo. – le dije súbitamente sin mirar hacia los Cullen, quería escapar, era demasiado para mi.