Pasillo [Pierina, Emmett, Alice]

Pierina me sacó de la cafetería de un tirón, caminó hasta la mitad del pasillo y me soltó bruscamente. Yo la miré con los ojos abiertos como platos, tratando de comprender la razón de su furia y su reacción brusca, pero sin encontrar respuesta. Ella respiraba rapidamente, y sus ojos estaban que echaban chispas. Debía tranquilizarla antes de que hiciera algo de lo que ambas nos arrepentiriamos.

Solté un pequeño gruñido.

-¿Qué-te-sucede?-. Le pregunté entre dientes. Pero antes de que ella pudiera responderme, mis ojos se posaron en el par de chicos que se acercaban a nosotras. Los vampiros de nuevo, y yo todavia no había tranquilizado a Pierina. Oh, oh.

Me coloqué delante de ella, solo por si acaso.

Solté a Claire de forma abrupta, echa una furia. Si había algo que no iba a tolerar era el incumplimiento de las leyes impuestas por los Vulturis, ya que uno de ellos había sido mi maestro. Convivir con los humanos por fuera de lo necesario estaba prohibido.

Claire gruñió y me preguntó lo que sucedía, pero cuando abrí la boca para contestarle, sus ojos se posaron en un punto a mis espaldas, y se tensó. Cuando me voltée, ella ya estaba delante mío, como si fuera a protegerme, o mejor dicho, protegerlos.

Miré a mi alrededor, para verificar que nadie se encontrara cerca. Entonces, le gruñí al par de vampiros amenazadoramente.

Me dispuse a salir con Emmett del comedor cuando abrí la puerta vi una imagen un tanto pecliar, habia escuchado un pequeño gruñido, y seguido de eso vi a dos desconocidas para mi en frente de nosotros en una posición bastante a la defensiva, aunque no entendia el porque de sus expresiones tensas y al parecer molestas.

Miré a Emmett y lo tomé del brazo- tranquilo- dije para que no pensara nada extaño al verlas a las dos allí paradas.

Salió detrás de Alice de la cafetería; ahora tendrían que ir a las otras clases. Se giró igual que su hermana al escuchar un sonido gutural proveniente de una de las mujeres. Se giró veloz y lo que vio le intrigó mucho. Eran esas mujeres que estaban adentro mirándolos mientras hablaban con Ángelica. Estaban muy tensas.

Alice lo tomó del brazo justo cuando aquella mujer los vio como si fueran enemigos.

-Yo estoy tranquilo, ellas son las que se alteran -le habló a su hermana.

Se soltó del amarre de Alice, no pensaba lanzarse encima de ellas, pero no se apartó mucho de ella. Le pasó el brazo por los hombros en actitud relajada.

-Seguro no quieren hacer esto con toda la gente presente -les dijo.

Escuché como el chico le decía que no lo haría con la gente presente, y sonreí maliciosamente. Nunca los testigos habían sido un impedimento, podía hacer mi trabajo sin levantar la más mínima sospecha. Podría hacerlos desaparecer a ambos si quería, aunque en ese momento no era mi intención, solo quería establecer algunos... "límites".



De cualquier forma, decidí que provocarlos un poquito sería algo entretenido en ese lugar humano tan monótono y aburrido.



-¡Oh! ¿Eso crees?-. Dije, sabiendo que iba a ser capaz de escucharme. Ensanché mi sonrisa hacia un lado, dejando ver uno de mis colmillos.

Conseguí escuchar el comentario del chico, y me tranquilicé bastante. Al menos, ellos no estaban buscando una pelea. Probablemente no sabían no por qué estábamos reaccionando de esa forma. Y luego me puse el doble de tensa que antes, recordando que a Pierina le encantaban las peleas, e infalible a su personalidad, no perdió la oportunidad de provocarlos. Antes de ver la reacción de ellos, me voltée bruscamente y la tomé fuertemente por los hombros.

-Contrólate, ahora-. Le ordené, con la furia amenazando con sacarme de mis casillas. No era que dudase que no pudiéramos vencerlos, o al menos darles una buena batalla, pero no quería problemas, no al menos en el primer día. Tal vez esto era un error, tal vez Pierina no iba a poder convivir con otro aquelarre en el mismo lugar que ella, tal vez yo no podría, tal vez fuera mejor que nos marcharamos en ese instante.

No, yo había llegado a ese lugar para quedarme, y nadie me iba a sacar de allí. Si había que pelear, lo haría, y si se podía arreglar esto de forma pacífica, estaría más que encantada de poder construir una buena relación con ellos.

Escuché a la que estaba dentrás parecia que queria provocarnos, más bien queria provocar a Emmett, pero lo que me habia dicho y su actitud relajada me decia que no tenia planeado armar ningun revuelo.

Parecía que la que estaba delante tampoco queria pelea e intentaba calmar a su amiga.
Decidí no decir nada, más bien porque no se me ocurria ninguna frase que no fuera a incitarla a querer más pelea.

-Toma-. Dije, entregandole las llaves de mi auto a Pierina-. Vete, necesitas reflexionar un poco. Luego hablaremos.

Suspiré, y giré para quedar de cara a los chicos. Comencé a caminar con cautela hacia ellos. Sus expresioones relajadas me infundieron confianza, pero aún así no me calmaría hasta hablar con ellos.

-Espero sepan perdonar la actitud de mi amiga, ella es un poco... inestable-. Dije cuando llegué hasta donde se encontraban. Esbocé una pequeña sonrisa.

La chica parecía buscar pelea con ellos porque pareció un tanto altanera y les mostró los colmillos. Emmett no se preocupó, su hermana no había lanzado ninguna advertencia y si era así, significaba que realmente no iban a pelear. La otra chica, en cambio pareció querer calmar a su compañera.

Las escucharon decirse unas cuantas palabras y a una ordenarle que se fuera de ahí. Una vez hecho, se acercó para hablar con ellos.

-Si, eso de inestable ya lo vamos viendo -le dijo a la chica.

Miró a la otra con una sonrisa. A él también le gustaban las peleas pero sabía dónde y cuándo mantenerlas.

-Nosotros somos los Cullen, y vivimos aquí -dijo. No era por otra cosa más que indicar que ese era su territorio.

El chico me habló, y enseguida noté que su intención era marcar que ellos eran los "dueños", por decirlo de alguna manera, de allí. No me lo tomé a mal, lo encontré completamente razonable, por lo que le sonreí ampliamente.

-Un gusto, y no se preocupen, no causaremos problemas, yo me encargaré de eso, solo queremos... quiero, una convivencia pacífica-. Le dije con diplomacia- Tampoco dañaremos a nadie, mi dieta se limita a animales, asique pueden estar tranquilos de que no armaremos disturbios.